Hermosa palabra, su origen proviene del griego.
Causa tristeza reconocer que al buscar la idiosincracia argentina en nuestros representantes, el espejo nos devuelve una imagen imperfecta, de viveza criolla que tal vez está en al ADN de todos los habitantes de esta patria. Nos define, nos distingue de otros pueblos, y podría ser la clave que nos condena.
«Si hay un idiota en el poder, es porque los que lo eligieron, están bien representados» es un frase de Mahatma Gandhi
Si bien elegimos a nuestros representantes en el ejercicio de la democracia, esto implica aceptar todas sus acciones sin interpelación o hay límites que no deberían cruzarse?
- Un presidente que hace lo que prohibe por decreto hacer a sus ciudadanos en Cuarentena por la pandemia
- Un fiscal que considera que una reparación económica es suficiente frente a esa falta legal y ética
- Un ministro que deja de comprar vacunas que pueden decidir entre la vida y la muerte de los ciudadanos
- Funcionarios que se vacunan sin priorizar ni al personal de salud ni a las personas mayores
- Empleados del estado que cobran el sueldo sin trabajar
- Diputados y senadores que no resuelven mediante leyes los problemas de la gente
Y podría seguir la lista interminablemente. Y si bien el pueblo puede hacer mea culpa de los rasgos imperfectos que nos asemejan a nuestros gobernantes, no tenemos el derecho de exigir grandeza e idoneidad por darles el privilegio de decidir sobre el destino del paìs… Cómo transmitir esperanza en el futuro si vemos ocupar cargos públicos a los mismos que nos defraudan siempre?
Quita el sueño encontrar la forma de dejarle a los jóvenes la expectativa hacia un cambio cultural, tal vez el único camino sea luchar por la educación. Y transmitir nuestros aprendizajes sobre los errores cometidos, alentarlos a dudar y defenderse de los candidatos interpelándolos con hechos. Nadie resiste al archivo.
«No puedo enseñar a nadie. Solo puedo hacerlos pensar» dijo Socrates y es contundente.